Por: Félix Alejandro Martínez
La reseña que les presento a continuación proviene de las impresiones y reflexiones de haber vivido desde febrero de 2003 hasta junio de 2006 en la parroquia de la Vega, con toda la carga de exageración y subjetividad que correspondientemente se merece.
La parroquia de La Vega, Caracas DC, confronta una gran paradoja en materia de seguridad ciudadana: Cada fin de semana ocurre por lo menos una muerte violenta en alguno de los barrios de esta populosa parroquia; sin embargo como alguna vez escuché decir a una señora: “aquí en La Vega el Presidente puede entrar y salir sin escoltas, puede venir cuando quiera a hacer un programa Aló Presidente, porque aquí no corre peligro”.
Cada 4 o 5 meses (fines de semanas) muere asesinado un chofer de autobús, Jeep, taxi, carrito por puesto o moto taxi y cada 4 o 5 meses (lunes), respectivamente, las asociaciones cooperativas y transportistas informales de estos modos de transporte público trancan por la mañana o por el día completo la redoma de La India, la cual conecta a las principales vías de La Vega, El Paraíso y Montalban (la redoma de La India en funcionamiento normal es conocido como uno de los cuellos de botellas más críticos de la vialidad en el oeste de Caracas).
Las Asociaciones Cooperativas deciden trancar la vialidad de manera de protestar ante las autoridades municipales en materia de seguridad, reclamando seguridad personal y social ya que son frecuentemente atracados, secuestrados y en el peor de los casos también asesinados. Esta escena se repite muchas veces (demasiadas) y cuando no es un Jeepsero, es un autobusero, un camionetero, un taxista, o un mototaxista. Lo paradójico de este caso es que cuando por ejemplo la protesta la hacen los Jeep, todos los demás que prestan otro tipo de servicio de transporte en la zona se molestan y se colocan unos trescientos o cuatrocientos metros de distancia de la tranca, donde esté un poco despejado, en distintas direcciones para ofrecer el servicio a los usuarios que cruzan la tranca a pie (caminando) para llevarlos a su destino. Cualquiera diría: afortunadamente existe esta opción para aliviar el problema, pero resulta que cuando la tragedia ocurre repetidamente uno se pregunta ¿que está pasando Dios mío?
A mi manera de entender los asociados de cooperativas de transporte son solidarios entre ellos y entienden el refrán: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo” pero limitadamente y no se hacen completamente solidarios con los demás transportistas que no son sus compañeros de trabajo y por lo tanto la protesta pierde fuerza, no se consiguen soluciones efectivas; pero causa un inmenso malestar e incomodidad en el ciudadano común y retrasos en la ciudad.
Esto parece ser un ejemplo de la gran paradoja que vivimos todos en materia de seguridad, mejor dicho de solidaridad, porque pienso que el problema central es de solidaridad, no estoy sugiriendo que todos debemos salir a protestar y a trancar las vías cada vez que ocurre un asesinato para ser solidarios con la persona que falleció; si no todo lo contrario, que uno debe ser responsable con uno mismo, con la sociedad, con el ciudadano común y buscar soluciones reales al problema. Aportar más allá de exigir.
A continuación un video de lo que acontece con frecuencia en La Vega:
En próximos capitúlos, comentaré sobre los posibles aportes, entre otras paradojas de este tema. To be continued